clasificacion por barrios

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CHACARITA

COGHLAN

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LA PATERNAL

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MONTE CASTRO

MONTSERRAT

NUEVA POMPEYA

NUÑEZ

PALERMO

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PARQUE CHACABUCO

PARQUE CHAS

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RECOLETA

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SAAVEDRA

SAN CRISTOBAL

SAN NICOLAS

SAN TELMO

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VILLA DEL PARQUE

VILLA DEVOTO

VILLA LUGANO

VILLA LURO

VILLA GRAL. MITRE

VILLA ORTUZAR

VILLA PUEYRREDON

VILLA REAL

VILLA RIACHUELO

VILLA SANTA RITA

VILLA SOLDATI

VILLA URQUIZA


ÍNDICE


MENSAJES


 
plazas del gran buenos aires  

PLAZAS DE  SAN MARTÍN

PLAZAS DE 3 DE FEBRERO

PLAZAS DE   SAN ISIDRO

PLAZAS DE VICENTE LOPEZ

PLAZAS DE SAN FERNANDO

 

Cantero Central Nicolás Guillén

Nicolás Guillén: (1902-1989), poeta y periodista cubano; uno de los más importantes representantes de la literatura afrocubana; su obra se destaca por el contenido político y social; autor de Motivos del son, Songoro Cosongo y La paloma de vuelo popular.

Ubicado en Av. Salvador María del Carril entre San Nicolás y Emilio Lamarca
(Villa Devoto)
Ver ubicacion en el mapa

Cantero Central Nicolas Guillen

Cantero Central Nicolas Guillen

Cantero Central Nicolas Guillen

Cantero Central Nicolas Guillen

Cantero Central Nicolas Guillen

Cantero Central Nicolas Guillen

Referencias

Motivos del son
Nicolás Guillén
Motivos de son
1. NEGRO BEMBÓN
¿Po qué te pone tan brabo,
cuando te disen negro bembón,
si tiene la boca santa,
negro bembón?
Bembón así como ere
tiene de to;
Caridá te mantiene,
te lo da to.
Te queja todabía,
negro bembón;
sin pega y con harina,
negro bembón,
majagua de dri blanco,
negro bembón;
sapato de do tono,
negro bembón...
Bembón así como ere,
tiene de to;
Caridá te mantiene,
te lo da to.
2. MULATA
Ya yo me enteré. mulata,
mulata, ya sé que dise
que yo tengo la narise
como nudo de cobbata.
Y fíjate bien que tú
no cre tan adelantá,
poqque tu boca e bien grande,
y tu pasa, colorá.
Tanto tren con tu cueppo,
tanto tren;
tanto tren con tu boca,
tanto tren;
tanto tren con tu sojo,
tanto tren.
Si tú supiera, mulata,
la veddá,
¡que yo con mi negra tengo,
y no te quiero pa na!
3. SI TÚ SUPIERA...
¡Ay, negra,
si tú supiera!
Anoche te bi pasá
y no quise que me biera.
A é tú le hará como a mí,
que cuando no tube plata
te corrite de bachata,
sin acoddadte de mí.
Sóngoro cosongo,
sogo bé;
sóngoro cosongo
de mamey;
sóngoro, la negra
baila bien;
sóngoro de uno
sóngoro de tre.
Aé,
bengan a be;
aé,
bamo pa be;
bengan, sóngoro cosongo,
sóngoro cosongo de mamey!
4. SIGUE...
Camina, caminante,
sigue;
camina y no te pare,
sigue.
Cuando pase po su casa
no le diga que me bite:
camina, caminante,
sigue.
Sigue y no te pare,
sigue:
no la mire si te llama,
sigue;
acuéddate que ella e mala,
sigue.
5. HAY QUE TENÉ BOLUNTÁ
Mira si tú me conose,
que ya no tengo que hablá:
cuando pongo un ojo así,
e que no hay na;
pero si lo pongo así,
tampoco hay na.
Empeña la plancha elétrica,
pa podé sacá mi flú;
buca un reá,
buca un reá,
cómprate un paquete vela
poqque a la noche no hay lu.
¡Hay que tené boluntá,
que la salasión no e
pa toa la bida!
Camina, negra, y, no yore,
be p'ayá;
camina, y no yore, negra,
ben p'acá:
camina, negra, camina,
¡que hay que tené boluntá!
6. BÚCATE PLATA
Búcate plata,
búcate plata,
poqque no doy un paso má:
etoy a arró con galleta,
na ma.
Yo bien sé cómo etá to,
pero biejo, hay que comé:
búcate plata,
búcate plata,
poqque me hoy a corré.
Depué dirán que soy mala,
y no me quedrán tratá,
pero amó con hambre, biejo,
¡qué ba!
Con tanto sapato nuebo,
¡qué ba!
Con tanto reló, compadre,
¡qué ba!
Con tanto lujo, mi negro,
¡qué ba!
7. MI CHIQUITA
La chiquita que yo tengo
tan negra como e,
no la cambio po ninguna,
po ninguna otra mujé.
Ella laba, plancha, cose,
y sobre to, caballero,
¡como cosina!
Si la bienen a bucá
pa bailá,
pa comé,
ella me tiene que llebá,
o traé.
Ella me dise: mi santo,
tú no me puede dejá;
bucamé,
bucamé,
bucamé,
pa gosá.
8. TÚ NO SABE INGLÉ
Con tanto inglé que tú sabía,
Bito Manué,
con tanto inglé, no sabe ahora
desí ye.
La mericana te buca,
y tú le tiene que huí:
tu inglé era de etrái guan,
de etrái guan y guan tu tri.
Bito Manué, tú no sabe inglé,
tú no sabe inglé,
tú no sabe inglé.
No te namore ma nunca.
Bito Manué,
si no sabe inglé,
si no sabe inglé.
_________________________________

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Sóngoro cosongo
Nicolás Guillén
Sóngoro cosongo
(1931)
Prólogo
¿Prólogo? Sí. Prólogo...
Pero nada grave, porque estas primeras páginas deben ser frescas y verdes, como ramas
jóvenes.
Realmente, yo soy partidario de colocar los prólogos al final, como si fueran epílogos. Y
en todo caso, dejar los epílogos para los libros que no tengan prólogo.
Por otra parte, un prólogo ajeno tiene cierta intención provisional de cosa prestada.
Después de impreso el libro, el autor que le puso al comienzo unas líneas del amigo debe
vivir con el sobresalto de que éste se las pida:
-Dice Menéndez que cuando usted termine con el prólogo. se lo mande...
Y a lo mejor, es para emplearlo en otra obra. Para prestárselo a otro amigo.
Mi prólogo es mío.
Puedo decir, pues -aclarado lo anterior- que me decido a publicar una colección de
poemas en virtud de tenerlos ya escritos. En esto soy un poco más honrado que ciertos
autores cuando anuncian sus obras sin haber redactado una sola línea de ellas. Casi siempre,
dicho anuncio aparece en el primer libro, con un título lleno de goma: «Obras en
preparación». Y en seguida, una lista que comprende varios tomos de poesía, crítica, teatro,
novela... Todo un mundo de aspiraciones, pero con muy cortas alas para el vuelo. [114]
No ignoro, desde luego, que estos versos les repugnan a muchas personas, porque ellos
tratan asuntos de los negros del pueblo. No me importa. O mejor dicho: me alegra. Eso
quiere decir que espíritus tan puntiagudos no están incluidos en mi temario lírico. Son
gentes buenas, además. Han arribado penosamente a la aristocracia desde la cocina, y
tiemblan en cuanto ven un caldero.
Diré finalmente que estos son unos versos mulatos. Participan acaso de los mismos
elementos que entran en la composición étnica de Cuba, donde todos somos un poco
níspero. ¿Duele? No lo creo. En todo caso, precisa decirlo antes de que lo vayamos a
olvidar. La inyección africana en esta tierra es tan profunda, y se cruzan y entrecruzan en
nuestra bien regada hidrografía social tantas corrientes capilares, que sería trabajo de
miniaturista desenredar el jeroglífico.
Opino por tanto que una poesía criolla entre nosotros no lo será de un modo cabal con
olvido del negro. El negro -a mi juicio- aporta esencias muy firmes a nuestro coctel. Y las
dos razas que en la Isla salen a flor de agua, distantes en lo que se ve, se tienden un garfio
submarino, como esos puentes hondos que unen en secreto dos continentes. Por lo pronto,
el espíritu de Cuba es mestizo. Y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color definitivo.
Algún día se dirá: «color cubano».
Estos poemas quieren adelantar ese día.
N. G.
La Habana, 1931. [115]
Llegada
¡Aquí estamos!
La palabra nos viene húmeda de los bosques,
y un sol enérgico nos amanece entre las venas.
El puño es fuerte
y tiene el reino.
5
En el ojo profundo duermen palmeras exorbitantes.
El grito se nos sale como una gota de oro virgen.
Nuestro pie,
duro y ancho,
aplasta el polvo en los caminos abandonados
10
y estrechos para nuestras filas.
Sabemos dónde nacen las aguas,
y las amamos porque empujaron nuestras canoas bajo los cielos rojos.
Nuestro canto
es como un músculo bajo la piel del alma,
15
nuestro sencillo canto.
Traemos el humo en la mañana,
y el fuego sobre la noche,
el cuchillo, como un duro pedazo de luna,
apto para las pieles bárbaras:
20
traemos los caimanes en el fango,
y el arco que dispara nuestras ansias,
y el cinturón del trópico,
y el espíritu limpio. [116]
Traemos;
25
nuestro rasgo al perfil definitivo de América.
¡Eh, compañeros, aquí estamos!
La ciudad nos espera con sus palacios, tenues
como panales de abejas silvestres;
sus calles están secas como los ríos cuando no llueve en la montaña.
25
y sus casas nos miran con los ojos pávidos
de las ventanas.
Los hombres antiguos nos darán leche y miel
y nos coronarán de hojas verdes.
¡Eh, compañeros, aquí estamos!
30
Bajo el sol
nuestra piel sudorosa reflejará los rostros húmedos de los vencidos,
y en la noche, mientras los astros ardan en la punta de nuestras llamas,
nuestra risa madrugará sobre los ríos y los pájaros.
La canción del bongó
Ésta es la canción del bongó:
-Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.
Unos dicen: Ahora mismo,
otros dicen: Allá voy.
5
[117]
Pero mi repique bronco,
pero mi profunda voz,
convoca al negro y al blanco,
que bailan el mismo son,
cueripardos y almiprietos
10
más de sangre que de sol,
pues quien por fuera no es noche,
por dentro ya oscureció.
Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.
15
En esta tierra, mulata
de africano y español,
(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado, Changó),
siempre falta algún abuelo,
20
cuando no sobra algún Don
y hay títulos de Castilla
con parientes en Bondó:
vale más callarse, amigos,
y no menear la cuestión,
25
porque venimos de lejos,
y andamos de dos en dos.
Aquí el que más fino sea,
responde si llamo yo.
Habrá quien llegue a insultarme,
30
pero no de corazón;
habrá quien me escupa en público,
cuando a solas me besó... [118]
A ése, le digo:
-Compadre.
35
ya me pedirás perdón,
ya comerás de mi ajiaco,
ya me darás, la razón,
ya me golpearás el cuero,
ya bailarás a mi voz,
40
ya pasearemos del brazo,
ya estarás donde yo estoy:
ya vendrás de abajo arriba,
¡que aquí el más alto soy yo!
Pequeña oda a un negro boxeador cubano
Tus guantes
puestos en la punta de tu cuerpo de ardilla,
y el punch de tu sonrisa.
El Norte es fiero y rudo, boxeador.
Ese mismo Broadway,
5
que en actitud de vena se desangra
para chillar junto a los rings
en que tú saltas como un moderno mono elástico,
sin el resorte de las sogas.
ni los almohadones del clinch;
10
ese mismo Broadway [119]
que unta de asombro su boca de melón
ante tus puños explosivos
y tus actuales zapatos de charol;
ese mismo Broadway,
15
es el que estira su hocico con una enorme lengua húmeda,
para lamer glotonamente
toda la sangre de nuestro cañaveral.
De seguro que tú
no vivirás al tanto de ciertas cosas nuestras,
20
ni de ciertas cosas de allá,
porque el training es duro y el músculo traidor,
y hay que estar hecho un toro,
como dices alegremente, para que el golpe duela más.
Tu inglés,
25
un poco más precario que tu endeble español,
sólo te ha de servir para entender sobre la lona
cuanto en su verde slang
mascan las mandíbulas de los que tú derrumbas
jab a jab.
30
En realidad acaso no necesitas otra cosa,
porque como seguramente pensarás,
ya tienes tu lugar.
Es bueno, al fin y al cabo,
hallar un punching bag,
35
eliminar la grasa bajo el sol,
saltar,
sudar,
nadar, [120]
y de la suiza al shadow boxing,
40
de la ducha al comedor,
salir pulido, fino, fuerte,
como un bastón recién labrado
con agresividades de black jack.
Y ahora que Europa se desnuda
45
para tostar su carne al sol
y busca en Harlem y en La Habana
jazz y son,
lucirse negro mientras aplaude el bulevar,
y frente a la envidia de los blancos
50
hablar en negro de verdad.
Mujer nueva
Con el círculo ecuatorial
ceñido a la cintura como a un pequeño mundo,
la negra, mujer nueva,
avanza en su ligera bata de serpiente.
Coronada de palmas
5
como una diosa recién llegada,
ella trae la palabra inédita,
el anca fuerte,
la voz, el diente, la mañana y el salto. [121]
Chorro de sangre joven
10
bajo un pedazo de piel fresca,
y el pie incansable
para la pista profunda del tambor.
Madrigal
De tus manos gotean
las uñas, en un manojo de diez uvas moradas.
Piel,
carne de tronco quemado,
que cuando naufraga en el espejo, ahúma
las algas tímidas del fondo.
Madrigal
Tu vientre sabe más que tu cabeza
y tanto como tus muslos.
Ésa
es la fuerte gracia negra
de tu cuerpo desnudo.
5
[122]
Signo de selva el tuyo.
con tus collares rojos,
tus brazaletes de oro curvo,
y ese caimán oscuro
nadando en el Zambeze de tus ojos.
10
Canto negro
¡Yambambó, yambambé!
Repica el congo solongo,
repica el negro bien negro;
congo solongo del Songo
baila yambó sobre un pie.
5
Mamatomba,
serembe cuserembá.
El negro canta y se ajuma.
el negro se ajuma y canta,
el negro canta y se va.
10
Acuememe serembó.
aé;
yambó,
aé.
Tamba, tamba, tamba, tamba.
15
tamba del negro que tumba; [123]
tumba del negro, caramba,
caramba, que el negro tumba:
¡yamba, yambó, yambambé!
Rumba
La rumba
revuelve su música espesa
con un palo.
Jengibre y canela...
¡Malo!
5
Malo, porque ahora vendrá el negro chulo
con Fela.
Pimienta de la cadera,
grupa flexible y dorada:
rumbera buena,
10
rumbera mala.
En el agua de tu bata
todas mis ansias navegan:
rumbera buena,
rumbera mala.
15
Anhelo el de naufragar
en ese mar tibio y hondo:
¡fondo
del mar! [124]
Trenza tu pie con la música
20
el nudo que más me aprieta:
resaca de tela blanca
sobre tu carne trigueña.
Locura del bajo vientre,
aliento de boca seca;
25
el ron, que se te ha espantado,
y el pañuelo como rienda.
Ya te cogeré domada,
ya te veré bien sujeta,
cuando como ahora huyes,
30
hacia mi ternura vengas,
rumbera
buena;
o hacia mi ternura vayas,
rumbera
35
mala.
No ha de ser larga la espera,
rumbera
buena;
ni será eterna la hacha,
40
rumbera
mala;
te dolerá la cadera,
rumbera
buena;
45
cadera dura y sudada,
rumbera
mala... [125]
¡Último
trago!
50
Quítate, córrete, vámonos...
¡Vamos!
Chévere
Chévere del navajazo,
se vuelve él mismo navaja:
pica tajadas de luna,
mas la luna se le acaba;
pica tajadas de canto,
5
mas el canto se le acaba;
pica tajadas de sombra,
mas la sombra se le acaba,
y entonces pica que pica
carne de su negra mala.
10
Velorio de Papá Montero
Quemaste la madrugada
con fuego de tu guitarra:
zumo de caña en la jícara
de tu carne prieta y viva,
bajo luna muerta y blanca.
5
[126]
El son te salió redondo
y mulato, como un níspero.
Bebedor de trago largo,
garguero de hoja de lata.
en mar de ron barco suelto.
10
jinete de la cumbancha:
¿Qué vas a hacer con la noche,
si ya vio podrás tomártela,
ni qué vena te dará
la sangre que te hace falta,
15
si se te fue por el caño
negro de la puñalada?
¡Ahora sí que te rompieron,
Papá Montero!
En el solar te esperaban,
20
pero te trajeron muerto;
fue bronca de jaladera,
pero te trajeron muerto;
dicen que él era tu ecobio,
pero te trajeron muerto;
25
el hierro no apareció,
pero te trajeron muerto.
Ya se acabó Baldomero:
¡zumba, canalla y rumbero!
Sólo dos velas están
30
quemando un poco de sombra; [127]
para tu pequeña muerte
con esas dos velas sobra.
Y aun te alumbran, más que velas,
la camisa colorada
35
que iluminó tus canciones,
la prieta sal de tus sones
y tu melena planchada.
¡Ahora sí que te rompieron,
Papá Montero!
40
Hoy amaneció la luna
en el patio de mi casa;
de filo cayó en la tierra
y allí se quedó clavada.
Los muchachos la cogieron
45
para lavarle la cara,
y yo la traje esta noche
y te la puse de almohada.
Organillo
El sol a plomo. Un hombre
va al pie del organillo.
Manigueta: «Epabílate, mi conga,
mi conga...» [128]
Ni un quilo en los bolsillos,
y la conga
muerta en el organillo.
Quirino
¡Quirino
con su tres!
La bemba grande, la pasa dura,
sueltos los pies,
y una mulata que se derrite de sabrosura...
5
¡Quirino
con su tres!
Luna redonda que lo vigila cuando regresa
dando traspiés;
jipi en la chola, camisa fresa...
10
¡Quirino
con su tres!
Tibia accesoria para la cita;
la madre -negra Paula Valdéssuda,
envejece, busca la frita...
15
¡Quirino
con su tres! [129]
Caña
El negro
junto al cañaveral.
El yanqui
sobre el cañaveral.
La tierra
bajo el cañaveral.
¡Sangre
que se nos va!
Secuestro de la mujer de Antonio
Te voy a beber de un trago,
como una copa de ron;
te voy a echar en la copa
de un son,
prieta, quemada en ti misma,
5
cintura de mi canción.
Záfate tu chal de espumas
para que torees la rumba;
y si Antonio se disgusta [130]
que se corra por ahí:
10
¡la mujer de Antonio tiene
que bailar aquí!
Desamárrate, Gabriela.
Muerde
la cáscara verde,
15
pero no apagues la vela;
tranca
la pájara blanca,
y vengan de dos en dos,
que el bongó
20
se calentó...
De aquí no te irás, mulata,
ni al mercado ni a tu casa;
aquí molerán tus ancas
la zafra de tu sudor;
25
repique, pique, repique,
repique, repique, pique,
pique, repique.
¡po!
Semillas las de tus ojos
30
darán sus frutos espesos.
y si viene Antonio luego
que ni en jarana pregunte
cómo es que tú estás aquí...
Mulata, mora, morena.
35
que ni el más toro se mueva,
porque el que más toro sea [131]
saldrá caminando así;
el mismo Antonio, si llega,
saldrá caminando así:
40
todo el que no esté conforme.
saldrá caminando así...
Repique, repique, pique,
repique, repique, po:
¡prieta, quemada en ti misma,
45
cintura de mi canción!
Pregón
¡Ah,
qué pedazo de sol,
carne de mango!
Melones de agua,
plátanos.
5
¡Canchar, canchar,
canchar,
¡Canchar, que la casera
salga otra vez!
Sangre de mamey sin venas,
10
y yo que sin sangre estoy;
mamey p'al que quiera sangre,
que me voy. [132]
Trigueña de carne amarga,
ven a ver mi carretón;
15
carretón de palmas verdes,
carretón;
carretón de cuatro ruedas,
carretón;
carretón de sol y tierra,
20
¡carretón!
______________________________________

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La paloma de vuelo popular
Nicolás Guillén
La paloma de vuelo popular

Arte poética

Conozco la azul laguna
y el cielo doblado en ella.
Y el resplandor de la estrella.
Y la luna.
En mi chaqueta de abril 5
prendí una azucena viva,
y besé la sensitiva
con labios de toronjil.
Un pájaro principal
me enseñó el múltiple trino. 10
Mi vaso apuré de vino.
Sólo me queda el cristal.
¿Y el plomo que zumba y mata?
¿Y el largo encierro?
¡Duro mar y olas de hierro, 15
no luna y plata!
El cañaveral sombrío
tiene voraz dentadura,
y sabe el astro en su altura
de hambre y frío. 20
Se alza el foete mayoral.
Espaldas hiere y desgarra.
Ve y con tu guitarra
dilo al rosal. [8]
Dile también del fulgor 25
con que un nuevo sol parece
en el aire que la mece
que aplauda y grite la flor.

Un largo lagarto verde

Por el Mar de las Antillas
(que también Caribe llaman)
batida por olas duras
y ornada de espumas blandas,
bajo el sol que la persigue 5
y el viento que la rechaza,
cantando a lágrima viva
navega Cuba en su mapa:
un largo lagarto verde,
con ojos de piedra y agua. 10
Alta corona de azúcar
le tejen agudas cañas;
no por coronada libre,
sí de su corona esclava
reina del manto hacia fuera, 15
del manto adentro, vasalla,
triste como la más triste
navega Cuba en su mapa:
un largo lagarto verde,
con ojos de piedra y agua. 20 [9]
Junto a la orilla del mar,
tú que estás en fija guardia,
fíjate, guardián marino,
en la punta de las lanzas
y en el trueno de las olas 25
y en el grito de las llamas
y en el lagarto despierto
sacar las uñas del mapa
un largo lagarto verde,
con ojos de piedra y agua. 30

Cañaveral

Una paloma me dijo
que volando sobre Cuba,
oyó en un cañaveral
esta décima montuna:
-Dulce- caña me provoca 5
con su jugo azucarado,
el cual después de probado
siempre es amargo en la boca.
Herir la caña me toca,
mas el destino es tan fiero, 10
que al golpearla con mi acero
ella todo el bien recibe,
pues que de mi golpe vive
y yo de su sangre muero. [10]

Deportes

¿Qué sé yo de boxeo,
yo, que confundo el jab con el upper cut?
Y sin embargo, a veces
sube desde mi infancia
como una nube inmensa desde el fondo de un valle, 5
sube, me llega Johnson,
el negro montañoso,
el dandy atlético magnético de betún.
Es un aparecido familiar,
melón redondo y cráneo, 10
sonrisa de abanico de plumas
y la azucena prohibida
que hacía rabiar a Lynch.
O bien, si no, percibo un rayo de la gloria
de Wills y Carpentier; o de la gloria 15
de Sam Langford... Gloria de cuando ellos
piafaban en sus guantes, relinchaban,
altos los puros cuellos,
húmedo el ojo casto
y la feroz manera 20
de retozar en un pasto
de soga y de madera.
Mas sobre todo, pienso
en Kid Charol, el gran rey sin corona,
y en Chocolate, el gran rey coronado, 25
y en Black Bill, con sus nervios de goma. [11]
Yo, que confundo el jab con el upper cut,
canto el cuero, los guantes,
el ring... Busco palabras,
las robo a los cronistas deportivos 30
y grito entonces: ¡Salud, músculo y sangre,
victoria vuestra y nuestra!
Héroes también, titanes.
Sus peleas
fueron como claros poemas. 35
¿Pensáis tal vez que yo no puedo decir tanto,
porque confundo el jab con el upper cut?
¿Pensáis que yo exagero?
Junto a los yanquis y el francés,
los míos, mis campeones 40
de amargos puños y sólidos pies,
son sus iguales, son
como espejos que el tiempo no empaña,
mástiles músculos donde también ondea
nuestra bandera al fúlgido y álgido viento que sopla en la montaña. 45
¿Qué sé yo de ajedrez?
Nunca moví un alfil, un peón.
Tengo los ojos ciegos
para el álgebra, los caracteres griegos
y ese tablero filosófico 50
donde cada figura es
una interrogación.
Pero recuerdo a Capablanca, me lo recuerdan.
En los caminos
me asaltan voces como lanzas. 55 [12]
-Tú, que vienes de Cuba, ¿no has visto a Capablanca?
(Yo respondo que Cuba
se hunde en los ríos como un cocodrilo verde.)
-Tú, que vienes de Cuba, ¿cómo era Capablanca?
(Yo respondo que Cuba 60
vuela en la tarde como una paloma triste.)
-Tú, que vienes de Cuba, ¿no vendrá Capablanca?
(Yo respondo que Cuba
suena en la noche como una guitarra sola.)
-Tú, que vienes de Cuba, ¿dónde está Capablanca? 65
(Yo respondo que Cuba es una lágrima.)
Pero las voces me vigilan,
me tienden trampas, me rodean
y me acuchillan y desangran;
pero las voces se levantan 70
como unas duras, finas bardas;
pero las voces se deslizan
como serpientes largas, húmedas;
pero las voces me persiguen
como alas... 75
Así pues Capablanca
no está en su trono, sino que anda,
camina, ejerce su gobierno
en las calles del mundo.
Bien está que nos lleve 80
de Noruega a Zanzíbar,
de Cáncer a la nieve.
Va en un caballo blanco,
caracoleando [13]
sobre puentes y ríos, 85
junto a torres y alfiles,
el sombrero en la mano
(para las damas)
la sonrisa en el aire
(para los caballeros) 90
y su caballo blanco
sacando chispas puras
del empedrado...
Niño, jugué al béisbol.
Amé a Rubén Darío, es cierto, 95
con sus violentas rosas
sobre todas las cosas.
Él fue mi rey, mi sol.
Pero allá en lo más alto de mi sueño
un sitio puro y verde guardé siempre 100
para Méndez, el pitcher -mi otro dueño.
No me miréis con esos ojos.
¿Me permitís que ponga,
junto al metal del héroe
y la palma del mártir, 105
me permitís que ponga
estos nombres sin pólvora y sin sangre? [14]

Canción de cuna para despertar a un negrito

Dórmiti, mi nengre,
mi nengre bonito...
E. BALLAGAS
Una paloma
cantando pasa:
-¡Upa, mi negro,
que el sol abrasa!
Ya nadie duerme, 5
tú está en su casa;
ni el cocodrilo,
ni la yaguaza,
ni la culebra,
ni la torcaza... 10
Coco, cacao,
cacho, cachaza,
¡upa, mi negro,
que el sol abrasa!
Negrazo, venga 15
con su negraza.
¡Aire con aire,
que el sol abrasa!
Mire la gente,
llamando pasa; 20
gente en la calle,
gente en la plaza;
ya nadie queda [15]
que esté en su casa...
Coco, cacao, 25
cacho, cachaza,
¡upa, mi negro,
que el sol abrasa!
Negrón, negrito,
ciruela y pasa, 30
salga y despierte,
que el sol abrasa,
diga despierto
lo que le pasa...
¡Que muera el amo, 35
muera en la brasa!
Ya nadie duerme,
ni está en su casa:
¡coco, cacao,
cacho, cachaza, 40
upa, mi negro,
que el sol abrasa!

La muralla

Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos. [16]
Ay, 5
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.
-¡Tun, tun! 10
-¿Quién es?
-Una rosa y un clavel...
-¡Abre la muralla!
-¡Tun, tun!
-¿Quién es? 15
-El sable del coronel...
-¡Cierra la muralla!
-¡Tun, tun!
-¿Quién es?
-La paloma y el laurel... 20
-¡Abre la muralla!
-¡Tun, tun!
-¿Quién es?
-El alacrán y el ciempiés...
-¡Cierra la muralla! 25
Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena, 30
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla; [17]
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla... 35
Alcemos una muralla
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya 40
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien.
allá sobre el horizonte...

El banderón

Como un puñal, como un arpón,
el banderón americano
en tu costado de carbón.
Sucio de sangre el banderón.
Un yanqui allí, látigo en mano. 5
En la sombría plantación,
donde tu voz alzas en vano
y te exprimen el corazón,
sé que sofoca tu canción
un yanqui allí, látigo en mano. 10 [18]
Sé de la bala en el pulmón
y del capitán inhumano
y de la nocturna prisión.
Arde el violento barracón.
Un yanqui allí, látigo en mano. 15
Rojo desciende de su avión
míster Smith, un cuadrumano
de la selva de Guasintón.
Hay coctel en la legación.
Un yanqui allí, látigo en mano. 20
Será tal vez una ilusión,
tal vez será un ensueño vano,
mas veo rodar el banderón
y arder al viento tu canción,
puesta en el mástil por tu mano. 25

Casa de vecindad

Sola, sobre su ola de parado coral,
Antillilandia vive,
esperando el trompetazo del Juicio Inicial.
Casa de vecindad, patio del Mar Caribe,
donde los inquilinos se juntan 5
bajo la luna, para charlar de sus cosas; [19]
donde hay ya negros que preguntan
y mujeres que asesinaron sus mariposas.
Onda negribermeja
de obreros de agria ceja 10
y niños con la cara vieja,
heridos por el ojo fijo del policía.
Tierra donde la sangre ensucia el día
y hay pies en detenida velocidad de salto
y gargantas de queja y no de grito 15
y gargantas de grito y no de queja
y voces de cañaverales en alto
y lo que se dice y no está escrito
y todo lo demás que ya sabremos
a medida que andemos. 20
Casa de vecindad, patio del Mar Caribe,
con mi guitarra de áspero son,
aquí estoy, para ver si me saco del pecho
una canción.
Una canción de sueño, desatado, 25
una simple canción de muerte y vida
con que saludar el futuro ensangrentado,
rojo como las sábanas, como los muslos, como el lecho
de una mujer recién parida. [20]

La policía

La policía
(paso de alfombra
y ojo de gato)
mira en la sombra.
Vigila el gato. 5
(Pasa una sombra.)
La policía
se hunde en la alfombra.
¡La policía!
¡Alzad la alfombra! 10
¡Matad el gato
que está en la sombra!

Exilio

El Sena
discurre circunspecto;
civilizada linfa
que saluda en silencio
sacándose el sombrero. 5
Mi patria en el recuerdo
y yo en París clavado
como un blando murciélago. [21]
¡Quiero
el avión que me lleve, 10
con sus cuatro motores
y un solo vuelo!
Brilla sangre en el pecho
de esa nube que pasa
lenta en el bajo cielo. 15
Va de negro. La hieren
cuatro cuchillos nuevos.
Viene del Mar Caribe,
pirata mar caníbal,
duro mar de ojos ciegos 20
y asesinado sueño.
¡Volver con esa nube
y sus cuatro cuchillos
y su vestido negro!

Canción puertorriqueña

¿Cómo estás, Puerto Rico,
tú de socio asociado en sociedad?
Al pie de cocoteros y guitarras,
bajo la luna y junto al mar,
¡que suave honor andar del brazo, 5
brazo con brazo del Tío Sam!
¿En qué lengua me entiendes, [22]
en qué lengua por fin te podré hablar,
si en yes,
si en sí, 10
si en bien,
si en well,
si en mal,
si en bad, si en very bad?
Juran los que te matan 15
que eres feliz... ¿Será verdad?
Arde tu frente pálida,
la anemia en tu mirada logra un brillo fatal;
masticas una jerigonza
medio española, medio slang; 20
de un empujón te hundieron en Corea,
sin que supieras por quién ibas a pelear,
si en yes,
si en sí,
si en bien, 25
si en well,
si en mal,
si en bad, si en very bad!
Ay, yo bien conozco a tu enemigo,
el mismo que tenemos por acá, 30
socio en la sangre y el azúcar,
socio asociado en sociedad:
United States and Puerto Rico,
es decir New York City with San Juan,
Manhattan y Borinquen, soga y cuello, 35
apenas nada más... [23]
No yes,
no sí,
no bien,
no well, 40
sí mal,
si bad, si very bad!

Little Rock

Un blues llora con lágrimas de música
en la mañana fina.
El Sur blanco sacude
su látigo y golpea. Van los niños
negros entre fusiles pedagógicos 5
a su escuela de miedo.
Cuando a sus aulas lleguen,
Jim Crow será el maestro,
hijos de Lynch serán sus condiscípulos
y habrá en cada pupitre 10
de cada niño negro,
tinta de sangre, lápices de fuego.
Así es el Sur. Su látigo no cesa.
En aquel mundo faubus,
bajo aquel duro cielo faubus de gangrena, 15
los niños negros pueden
no ir junto a los blancos a la escuela. [24]
O bien quedarse suavemente en casa.
O bien (nunca se sabe)
dejarse golpear hasta el martirio. 20
O bien no aventurarse por las calles.
O bien morir a bala y a saliva
O no silbar al paso de una muchacha blanca.
O en fin, bajar los ojos yes,
doblar el cuerpo yes, 25
arrodillarse yes,
en aquel mundo libre yes
de que habla Foster Tonto en aeropuerto y aeropuerto,
mientras la pelotilla blanca,
una graciosa pelotilla blanca, 30
presidencial, de golf, como un planeta mínimo,
rueda en el césped puro, terso, fino,
verde, casto, tierno, suave, yes.
Y bien, ahora,
señoras y señores, señoritas, 35
ahora niños,
ahora viejos peludos y pelados,
ahora indios, mulatos, negros, zambos,
ahora pensad lo que sería
el mundo todo Sur, 40
el mundo todo sangre y todo látigo,
el mundo todo escuela de blancos para blancos,
el mundo todo Rock y todo Little,
el mundo todo yanqui, todo faubus...
Pensad por un momento, 45
imaginadlo un solo instante. [25]

Ríos

Tengo del Rin, del Ródano, del Ebro,
tengo los ojos llenos;
tengo del Tíber y del Támesis,
tengo del Volga, del Danubio,
tengo los ojos llenos. 5
Pero yo sé que el Plata,
pero yo sé que el Amazonas baña;
yo sé que el Misisipi,
pero yo sé que el Magdalena baña;
yo sé que el Almendares, 10
pero yo sé que el San Lorenzo baña;
yo sé que el Orinoco,
pero yo sé que bañan
tierras de amargo limo donde mi voz florece
y lentos bosques presos en sangrientas raíces. 15
¡Bebo en tu copa, América,
en tu copa de estaño,
anchos ríos de lágrimas!
Dejad, dejadme,
dejadme ahora junto al agua. 20 [26]

Pequeña letanía grotesca en la muerte del senador McCarthy

He aquí al senador McCarthy,
muerto en su cama de muerte,
flanqueado por cuatro monos;
he aquí al senador McMono,
muerto en su cama de Carthy, 5
flanqueado por cuatro buitres;
he aquí al senador McBuitre,
muerto en su cama de mono,
flanqueado por cuatro yeguas
he aquí al senador McYegua, 10
muerto en su cama de buitre,
flanqueado por cuatro ranas:
McCarthy Carthy.
He aquí al senador McDogo,
muerto en su cama de aullidos, 15
flanqueado por cuatro gangsters;
he aquí al senador McGángster,
muerto en su cama de dogo,
flanqueado por cuatro gritos;
he aquí al senador McGrito, 20
muerto en su cama de gángster,
flanqueado por cuatro plomos;
he aquí al senador McPlomo, [27]
muerto en su cama de gritos,
flanqueado por cuatro esputos: 25
McCarthy Carthy.
He aquí al senador McBomba,
muerto en su cama de injurias,
flanqueado por cuatro cerdos;
he aquí al senador McCerdo, 30
muerto en su cama de bombas,
flanqueado por cuatro lenguas;
he aquí al senador McLengua,
muerto en su cama de cerdo,
flanqueado por cuatro víboras; 35
he aquí al senador McVíbora,
muerto en su cama de lenguas,
flanqueado por cuatro búhos:
McCarthy Carthy.
He aquí al senador McCarthy, 40
McCarthy muerto,
muerto McCarthy,
bien muerto y muerto,
amén. [28]

Bares

Amo los bares y tabernas
junto al mar,
donde la gente charla y bebe
sólo por beber y charlar.
Donde Juan Nadie llega y pide 5
su trago elemental,
y están Juan Bronco y Juan Navaja
y Juan Narices y hasta Juan
Simple, el sólo, el simplemente
Juan. 10
Allí la blanca ola
bate de la amistad;
una amistad de pueblo, sin retórica,
una ola de ¡hola! y ¿cómo estás?
Allí huele a pescado, 15
a mangle, a ron, a sal
y a camisa sudada puesta a secar al sol.
Búscame, hermano, y me hallarás
(en La Habana, en Oporto,
en Jacmel, en Shanghai) 20
con la sencilla gente
que sólo por beber y charlar
puebla los bares y tabernas
junto al mar. [29]

Tres canciones chinas

- 1 -
Canción china a dos voces
Hacia China quisiera partir,
para hablar con el viejo dragón...
-¿Con el viejo dragón?
Es inútil partir:
El dragón ha partido en avión. 5
Una pipa de sueño fumar
y en el humo olvidar mi dolor...
-¿Olvidar tu dolor?
Es inútil fumar:
Despertar a la vida es mejor. 10
¡Oh volver nuevamente, volver,
dueño huraño, a mis siembras de arroz!
-¿A tus siembras de arroz?
Es inútil volver:
Sembró en ellas el pueblo su voz. 15
Entre lotos marchitos hogar
y añorar su pasado esplendor...
-¿Su pasado esplendor?
Es inútil bogar:
Mira el loto: decora un tractor. 20 [30]
- 2 -
La canción de Wang Tse-Yu
Ay, cuando Wang Tse-Yu, nació,
lunas, amargas lunas antes,
antes
de la gran revolución,
cayó como un pedrusco negro, 5
pasó como un pequeño perro,
lloró sin cuna y sin pañuelo,
antes, muchas lunas antes,
antes
de la gran revolución. 10
Hoy he visto a Wang Tse-Yu:
¿Querrás decirme, amigo,
qué estabas haciendo tú,
alto el corazón en punta,
los negros ojos llenos de luz 15
y tu gran país labrado
en dura llama y cielo azul?
¿Querrás decirme, amigo,
qué estabas haciendo tú?
Gané mi tierra con mi lanza 20
(me respondió Wang Tse-Yu).
Gané mi lanza con mi vida,
gané mi vida con mi sangre,
gané mi sangre con mi sueño... [31]
Hoy mi sueño es estar despierto 25
(me respondió Wang Tse-Yu).
- 3 -
La canción del regreso
¿Conoces tú
la tierra del arroz y del bambú?
¿No la conoces tú?
Yo vengo de Pekín.
Pekín 5
sin mandarín,
ni palanquín.
Yo vengo de Shanghai:
no hay
ni un yanqui ya en Shanghai. 10
Allá
la vida en flor está.
Se ve
la vida puesta en pie.
¡Canta conmigo, amigo, 15
y di como yo digo!
No hay
ni un yanqui ya en Shanghai. [32]
Pekín
enterró al mandarín. 20
¡Corre a ver tú
la tierra del arroz y del bambú!

Mau-Maus

Envenenada tinta
habla de los mau-maus;
negros de diente y uña,
de antropofagia y tótem.
Gruñe la tinta, cuento, 5
dice que los mau-maus
mataron a un inglés...
(Aquí en secreto: era
el mismo inglés de kepis
profanador, de rifle 10
civilizado Y
que en el pulmón de África
con golpe seco y firme
-clavó su daga-imperio,
de hierro abecedario, 15
de sífilis, de pólvora,
de money, business, yes.)
Letras de larga tinta
cuentan que los mau-maus [33]
casas de sueño y trópico 20
británicas tomaron
y a fuego, sangre, muerte,
bajo el asalto bárbaro
cien ingleses cayeron...
(Aquí en secreto: eran 25
los mismos cien ingleses
a quienes Londres dijo:
-Matad, comed mau-maus;
barred, incendiad Kenya;
que ni un solo kikuyus 30
viva, y que sus mujeres
por siempre de ceniza
servida vean su mesa
y seco vean su vientre.)
Tinta de largas letras 35
cuenta que los mau-maus
arrasan como un río
salvaje las cosechas,
envenenan las aguas,
queman las tierras próvidas, 40
matan toros y ciervos.
(Aquí en secreto: eran
dueños de diez mil chozas,
del árbol, de la lluvia,
del sol, de la montaña, 45
dueños de la semilla,
del surco, de la nube,
del viento, de la paz...) [34]
Algo sencillo y simple
¡oh inglés de duro kepis! 50
simple y sencillo: dueños.

Ciudades

Kingston
Bajo el hambriento sol
(God save the King)
negra de bata blanca
cantando una canción.
(God save the King.) 5
Una canción.
¿Por siempre?
¿Por siempre esa canción?
Oh yes!
Oh no! 10
Oh yes!
Oh no!
New York
¿Y la tarde, entreabierta
como una niña pura? [35]
¿Y el corazón, decidme?
¿Habéis visto una lágrima?
Panamá
-How are you, Panamá?
-I'm well.
(El cabaret de Jimmy, el bar de Joe.)
-¿Sí?
-Yes. 5
-Hermano panameño:
¿No sueñas con Hostos y Martí?
-Sueño.
-Yes?
-Sí. 10
Madrid
Bajo el azufre polvoriento,
un miliciano muerto,
un joven muerto, ya viejo,
se saca un árbol del pecho.
-¿Has entendido?
-Entiendo. [36]
Sâo Paulo
Saltas de puente en puente
y sueñas con un río,
como una solterona
que espera en vano a un hijo.
Tú, llena de puentes secos
sobre el gentío.

Hacia el Paraguay lejano...

Elvio Romero, mi hermano,
yo partiría en un vuelo
de avión o de ave marina,
mar a mar y cielo a cielo,
hacia el Paraguay lejano, 5
de lumbre sangrienta y fina.
Le llevaría mi mano
derecha y aprendería
de ti
gota a gota el guaraní. 10
Le llevaría mi piel
cubana y le pediría
que a mí
ay, me fuera concedido
su corazón ver un día, 15
que nunca vi. [37]
Que sí,
(me respondió Elvio Romero),
que no;
hermano, será primero 20
que pueda ir yo.
Maestro José Asunción,
flores lleva tu apellido
y flores tu corazón.
¿No me será permitido 25
volar, volar y volar,
velar y ver
el territorio encendido
donde subiste a nacer,
volar y ver? 30
¡Verte el gran río, vestido
de selvas, volar y ver;
y verte el pueblo, teñido
de sangre, volar y ver,
y tu guitarra, que besa 35
como una novia en la noche,
volar y ver!
Que sí, que no,
quiero, no quiero,
(José Asunción respondió), 40
hermano, será primero
que pueda ir yo... [38]

Tres canciones chilenas

- 1 -
Chile
Chile: una rosa de hierro,
fija y ardiente en el pecho
de una mujer de ojos negros.
-Tu rosa quiero.
(De Antofagasta vengo, 5
voy para Iquique;
tan sólo una mirada
me ha puesto triste.)
Chile: el salitral violento.
La pampa de puño seco. 10
Una bandera de fuego.
-Tu pampa quiero.
(Anduve caminando
sobre el salitre;
la Muerte me miraba, 15
yo estaba triste.)
Chile: tu verde silencio.
Tu pie sur en un estrecho
zapato de espuma y viento. [39]
-Tu viento quiero. 20
(El ovejero ladra,
la tropa sigue;
la oveja mira al perro
con ojos tristes.)
Chile: tu blanco lucero. 25
Tu largo grito de hielo.
Tu cueca de polvo pueblo.
-Tu pueblo quiero.
(En la cresta de un monte
la luna gime; 30
agua y nieve le lavan
la frente triste.)
- 2 -
Cerro de Santa Lucía
Santiago de Chile
¡Cerro de Santa Lucía,
tan culpable por la noche,
tan inocente de día!
En el Cerro, en un banco
junto al Museo, 5
ay, ayer te veía
y hoy no te veo. [40]
¡Quién me dijera
que iba a pasar un día
sin que te viera! 10
Por un caminito
que sólo yo sé,
va el Arcángel, ángel,
Arcángel Gabriel.
En el alto cerro 15
media noche es;
en mí la mañana
comienza a nacer.
Pasó a nuestro lado
cuando la besé. 20
¡Qué roto (gritaba)
qué roto es usted!
¿Y usted, don Arcángel,
(luego repliqué),
qué busca a estas horas, 25
sin alas y a pie,
por este camino
que sólo yo sé?
No busco (me dijo),
que ya la encontré, 30
a la virgen virgen
que ayer se nos fue
con un ángel ángel
más grande que usted. [41]
¡Cerro de Santa Lucía, 35
tan culpable por la noche,
tan inocente de día!
- 3 -
Panimávida
En Chile hallé palabras
de lluvia y nieve intacta,
mas ninguna tan clara...
-Panimávida.
Va por las rocas; salta. 5
De espumas se empenacha.
Luego duerme y se estanca.
-Panimávida.
O bien su antigua llama
muestra como una lágrima 10
en la noche araucana.
-Panimávida.
En Chile hallé palabras
de lluvia y nieve intacta,
mas ninguna tan clara... 15
-Panimávida. [42]

A Guatemala

Nací donde la caña al cielo fino
su verde volador de un golpe lanza,
como una vegetal certera lanza
que traspasa al partir el aire fino.
El mar pasé. Las olas un camino 5
me abrieron al quetzal, que es tu esperanza:
hoy junto mi esperanza a tu esperanza,
juntas las dos, camino en tu camino.
Cañaveral y platanal, oscura
sangre derraman de una misma herida 10
de puñal, en la misma noche oscura.
¡Oh Guatemala con tu oscura herida!
¡Oh Cuba, oh patria con tu herida oscura!
(Hay un sol que amanece en cada herida.)

Balada guatemalteca

De tierras de Guatemala
volando mi avión partía;
lloraba con el motor, [43]
con la hélice decía:
-¡Guatemala, 5
qué triste suerte la mía,
que a ninguna suerte iguala:
dejarte al nacer el día!
Pero yo le respondía:
-Es nuestra la última bala, 10
volveremos todavía.
(Pareja con el avión
iba el águila imperial,
las duras alas tendidas
sobre la tierra y el mar. 15
Hoy vuela y vuela, mañana
ya no la verás volar.)
Lloraba una nube sola
junto a la puerta del Cielo;
yo la vi desde mi avión 20
y le presté mi pañuelo.
-¡Guatemala,
gemía, crespón de duelo,
que el yanqui de nuevo tala
bosques de sangre en tu suelo! 25
Yo respondí a su desvelo:
-Al yanqui, bala por bala,
no más vigílale el vuelo,
(Pareja con el avión
iba el águila imperial; 30
plumas de hierro, las garras
abiertas para agarrar. [44]
Hoy roba y roba, mañana
ya no te podrá robar.)
Blanca estrella dolorosa 35
vi en el aire suspendida;
cuando el sol la consolaba
dijo así con voz partida:
-¡Guatemala,
verte en la calle tendida, 40
rojo el pecho, rota un ala
y entre la muerte y la vida!
Pero respondí en seguida:
-¡Espérame en Guatemala,
oh pura estrella encendida! 45
(Pareja con el avión
iba el águila imperial;
ojos de piedra, y el pico
como un sangriento puñal.
Hoy mata y mata, ¡mañana 50
ya no la verás matar!)

Canción carioca

¿Te hablaron ya de Río,
del Pan, del Corcovado
y el sanguinario estío?
¿Te han hablado? [45]
De la boite encendida 5
y el salón apagado,
del verdor de la vida,
¿te han hablado?
Del carnaval rupestre,
semental desbocado, 10
rojo arcángel terrestre,
¿te han hablado?
Del mar y la campaña,
del cielo repujado,
que ni una nube empaña, 15
¿te han hablado?
Yo te hablo de otro Río:
del Río de Janeiro
de no-techo, sí-frío,
hambre-sí, no-cruzeiro. 20
Del llanto sin pañuelo,
del pecho sin escudo,
de la trampa y el vuelo,
de la soga y el nudo.
El jazz en la soirée 25
sacude el aire denso;
yo pienso en el café
(y lloro cuando pienso). [46]
Mas pienso en la favela.
La vida allí estancada 30
es un ojo que vela.
Y pienso en la alborada.
¿Te hablaron ya de Río,
con su puñal clavado
en el pecho sombrío? 35
¿Te han hablado?

Un son para Portinari

Buenos Aires
Para Cándido Portinari,
la miel y el ron,
y una guitarra de azúcar,
y una canción
y un corazón. 5
Para Cándido Portinari,
Buenos Aires y un bandoneón.
¡Ay, esta noche se puede,
se puede,
ay, esta noche se puede, 10
se puede,
se puede cantar un son! [47]
Sueña y fulgura.
Un hombre de mano dura,
hecho de sangre y pintura, 15
grita en la tela.
Sueña y fulgura,
su sangre de mano dura;
sueña y fulgura,
como tallado en candela; 20
sueña y fulgura,
como una estrella en la altura;
sueña y fulgura,
como una chispa que vuela...
Sueña y fulgura. 25
Así con su mano dura,
hecho de sangre y pintura
sobre la tela,
sueña y fulgura
un hombre de mano dura. 30
Portinari lo desvela
y el roto pecho le cura,
al hombre de mano dura
que está gritando en la tela,
hecho de sangre y pintura. 35
Sueña y fulgura. [48]

Paul Éluard

Guardo de Paul Éluard
tina mirada pura, un rostro grave
y aquella forma entre severa y suave
de hablar.
Con el albor del día fuimos en su busca 5
y había partido...
Fue una partida brusca,
sin au revoir ni adiós, sin pañuelo y sin ruido.
¿A dónde fue? ¡Quién sabe!
¡Quién lo podrá saber! 10
(¡Oh, la mirada pura, el rostro grave
y aquella forma entre severa y suave
de ser!)

Pero señor

Si yo pudiera viajar
hacía la Luna, viajara,
pero señor,
para averiguar si tiene
limpia la cara. 5
Pero señor, [49]
pero señor, señor mío,
pero señor,
y saber si hace calor
o es que hace frío. 10
Pero señor.
Tiene el pintor sus pinceles,
tiene el poeta su pluma,
pero señor,
el viento tiene sus pájaros 15
y el mar su espuma.
Pero señor,
pero señor, señor mío,
pero señor,
la iguana tiene calor 20
y el oso, frío.
Pero señor.
Camino de Ciego de Ávila,
provincia de Camagüey,
pero señor, 25
¡quién te anduviera de noche,
soñando en tren!
Pero señor,
pero señor, señor mío,
pero señor, 30
el tren con humo y calor,
el viento, frío.
Pero señor. [50]
En México me cerraron
la puerta que da al país, 35
pero señor,
toqué tres veces y nadie
me vino a abrir.
Pero señor,
pero señor, señor mío, 40
pero señor,
pago el calor con calor,
con frío, el frío.
Pero señor.
Francia con su gorro frigio 45
su emperador y su gallo,
pero señor,
me entregó a tres policías,
dos de a caballo.
Pero señor, 50
pero señor, señor mío,
pero señor,
en París no hace calor
cuando hace frío.
Pero señor. 55
Hacia Caracas partí
cuando el sol recién nacía,
pero señor,
se me hizo noche de pronto, 60
que al mediodía.
Pero señor,
pero señor, señor mío, [51]
pero señor,
cuando pregunté calor, 65
dijeron frío.
Pero señor.
La República Argentina,
traje azul y nubes blancas,
pero señor, 70
me abrió con llaves de sueño
sus puertas de agua...
Pero señor,
pero señor, señor mío,
pero señor, 75
¡vengo buscando calor
que tengo frío!
Pero señor.

Canción para Benito Marianetti, señor de los cerezos en flor

Mendoza la bien sembrada,
ciudad de luz y arboleda,
en roca viva engastada...
Amor
de Marianetti, el Señor 5
de los Cerezos en Flor,
amor de granito y seda. [52]
Estuve en Chacras de Coria,
donde Marianetti es
la geografía y la historia; 10
Señor
de los Cerezos en Flor;
señor
de la cabeza a los pies.
Y en Coria 15
vi a Benjamín Campesino
sacarse el sombrero rudo
para el saludo,
y a Marianetti, el Señor
de los Cerezos en Flor, 20
sacarse el sombrero fino
y saludar
a Benjamín Campesino,
que labra el ajeno lar.
De tal señor, tal honor: 25
¡Señor
de los Cerezos en Flor!
El aire, rojo de vino,
sostiene en alto un cantar, 30
que es como un rojo fulgor:
-¡A caminar
por el abierto camino,
y a caminar
con Benjamín Campesino. 35
y a caminar
con Marianetti, el Señor [53]
de los Cerezos en Flor,
y a caminar...!

Canción de vísperas

¡Qué vida la que vivimos
en estos años de muerte!
¡Qué vida la que morimos!
El ojo del policía,
abierto de noche y día. 5
La espada del matador,
de flor en flor.
Sobre la pista,
el enano equilibrista.
La sangre pulverizada 10
flota en el viento
como tierra colorada.
El viento, largo lamento
sobre una llanura helada.
Luego puede ser que nada, 15
uno puede ser, o ciento.
Alta la noche y cerrada.
Pero huele a lluvia el viento. [54]

Doña María

¡Ay, pobre doña María,
ella que no sabe nada!
Su hijo, el de la piel manchada,
a sueldo en la policía.
Ayer, taimado y sutil, 5
rondando anduvo mi casa.
¡Pasa! -pensé al verle- ¡Pasa!
(Iba de traje civil.)
Señora tan respetada,
la pobre doña María, 10
con un hijo policía,
y ella que no sabe nada.

Paloma del palomar

Paloma del palomar,
cuando tú pases por México
no dejes de preguntar
quien me cerro
la puerta a que llamo yo, 5
paloma del palomar. [55]
¡Tal vez te puedan decir,
paloma del palomar,
quién es quien la puede abrir
y quién la mandó cerrar! 10

Epitafio para Lucía

Murió callada y provincial. Tenía
llenos los ojos de paz fría,
de lluvia lenta y lenta melodía.
Su voz, como un cristal esmerilado,
anunciaba un resplandor encerrado. 5
Se llamó, la llamaban vagamente Lucía.
(En este breve mármol ha quedado
toda su biografía.)

La pequeña balada de Plóvdiv

(Bulgaria)
En la vieja villa de Plóvdiv,
lejos, allá,
mi corazón murió una noche
y nada más. [56]
Una larga mirada verde, 5
lejos, allá,
húmedos labios prohibidos
y nada más.
El cielo búlgaro brillaba,
lejos, allá, 10
lleno de estrellas temblorosas
y nada más.
Oh lentos pasos en la calle,
lejos, allá,
últimos pasos para siempre 15
y nada más.
Junto a la puerta misteriosa,
lejos, allá,
la mano blanca, un solo beso
y nada más. 20

Ronda

Paloma, sube a mirar
desde esa rama de pino:
dime si viene mi novia,
si viene por el camino. [57]
¿Qué piensas tú? 5
Tu novia está en casa,
comiendo cuzcuz.
Paloma, vete a buscar
a la mujer que amo yo;
dile que aún espero el beso 10
que anoche me prometió.
¿Qué piensa usted?
Su novia está en casa,
tomando café.
Paloma, dile a mi novia 15
que cuando venga a mi entierro,
toque bien duro a la puerta,
porque la puerta es de hierro.
¿Qué piensas, di?
Tu novia está en casa, 20
majando maíz.

En el campo

Vi el corderito blanco,
niño entre los corderos,
con un gran tajo rojo
desangrarse en silencio. [58]
Cerca, en la tarde f ría, 5
el fuego.
Bebían y danzaban
hombres de duro sueño.
Asesinado y solo,
niño entre los corderos, 10
el corderito blanco
bajo su piel de miedo,
y una angustia redonda
fija en los ojos ciegos.

Tres poemas mínimos

- 1 -
Brizna, pequeño tallo...
Brizna, pequeño tallo
verde, en la tierra oscura.
¿de qué selva minúscula
eres baobab, de cuántos
pájaros-pulgas guardan 5
nidos tus fuertes ramas? [59]
Brizna, pequeño tallo
verde, en la tierra oscura,
yo durmiendo a tu sombra,
para soñar echado 10
bajo la luna.
- 2 -
Brisa que apenas mueves
Brisa que apenas mueves
las flores, sosegada,
fino aliento del carmen
que blandamente pasas,
ven y empuja mi barca, 5
presa en el mar inmóvil.
Llévame, poderosa,
en tus mínimas alas,
oh, brisa, fino aliento,
brisa que apenas mueves 10
las flores, sosegada. [60]
- 3 -
Punto de luz, suspenso lampo...
Punto de luz, suspenso
lampo, remota estrella,
tú, sol de otros planetas,
bien que apenas te veo,
allá lejos, lejísimo, 5
muy lejos,
podré pedirte el fuego,
la luz y que madures
mis frutos, oh suspenso
lampo, remota estrella, 10
tú, sol de otros planetas?

Muerte

¡Ay, de la Muerte no sé
de qué color va vestida
y no sé si lo sabré!
¿Mano en el hueso y guadaña,
curva guadaña huida, 5
en la punta de una caña? [61]
¡Literatura sabida,
terrorismo medioeval
para chantajear la vida!
Yo entraré en la noche ciega, 10
como entra la bestia pura,
que cuando la muerte llega
va y en la espesa espesura
cuerpo en calma y alma entrega.

Variante: 15

¿Qué sabéis de la Muerte?
Nada.
Ni siquiera si existe.
Esta gran calumniada,
la gran triste, 20
la poderosa y fuerte,
es la gran ignorada.
Mas ya me veis: espero
mi momento postrero,
curioso, preparado, 25
pues quizá me sea dado
sentir que llega, armada,
y herido por su espada
gritar: ¡Te vi primero! [62]

Epístola

A dos amigas cubanas que invernaban en Palma de Mallorca.
París, febrero 12.
Ángela y Flora:
Puesto que os santifica y os decora
el sol en esa playa en primavera
y os perfuma y os dora, 5
como hace con la uva y con la pera;
puesto que el mar balear su espuma cínica
viste y desviste al pie del duro muro
del malecón llorón, y embiste y besa
muslos de madreperlas y corales, 10
al modo del Caribe cuando toca,
con sus dedos sensuales,
en nuestras claras islas orquestales
vientres de musgo y roca;
puesto que Flora mía de mi alma, 15
Ángela y tú os miráis en el espejo
bruñido que os da Palma,
olvidando a París húmedo y viejo;
puesto que allá tenéis el casto verde,
la miel, el aire, el yodo, el pez, el trino 20
de pájaros trompetas y hasta el cielo
de Cuba, palio azul para el camino,
-todo tan Virgilio, en fin, de caramelo-;
puesto que allá La Habana está presente [63]
¡digo La Habana! nuestra islita pura, 25
¿será tal vez cuestión impertinente
de ardua filosofía
indagar qué coméis? Quizás podría
saber yo si figura
Cuba también en el menú, de modo 30
que fuera la ilusión así completa.
Perdonadme ante todo.
Perdonad al poeta
desdoblado en gastrónomo... Mas quiero
que me digáis si allá (junto al puchero, 35
la fabada tal vez o la munyeta),
lograsteis decorar vuestros manteles
con blanco arroz y oscuro picadillo,
orondos huevos fritos con tomate,
el solemne aguacate 40
y el rubicundo plátano amarillo.
¿O por ser más sencillo,
el chicharrón de puerco con su masa,
dándole el brazo al siboney casabe
la mesa presidió de vuestra casa? 45
Y del bronco lechón el frágil cuero
dorado en púa ¿no alumbró algún día
bajo esos puros cielos españoles
el amable ostracismo? ¿Hallar pudisteis,
tal vez al cabo de mortal porfía, 50
en olas navegando,
en rubias olas de cerveza fría,
nuestros negros frijoles,
para los cuales toda gula es poca,
gordo tasajo y cristalina yuca, 55 [64]
de esa que llaman en Brasil mandioca?
El maíz, oro fino
en sagradas pepitas,
quizá vuestros ayunos
a perturbar con su riqueza vino. 60
El quimbombó africano,
cuya baba el limón corta y detiene,
¿no os suscitó el cubano
guiso de camarones,
o la tibia ensalada, 65
ante la cual espárragos ebúrneos,
según doctos varones,
según doctos varones en cocina,
según doctos varones no son nada?
Veo el arroz con pollo, 70
que es a la vez hispánico y criollo,
del cual es prima hermana
la famosa paella valenciana.
No me llaméis bellaco
si os hablo del ajiaco, 75
del cilíndrico ñame poderoso,
del boniato pastoso,
o de la calabaza femenina
y el fufú montañoso.
¡Basta! Os recuerdo el postre. Para eso 80
no más que el blanco queso,
el blanco queso que el montuno alaba,
en pareja con cascos de guayaba.
Y al final, buen remate a tanto diente,
una taza pequeña 85
de café carretero y bien caliente. [65]
Así pues, primas mías,
esperaré unos días,
para saber por carta detallada
si esto que pido aquí debe tacharse 90
de ser una demanda exagerada,
o es que puede encontrarse
al doblar una esquina
en la primera casa mallorquina.
Si lo hay, voy volando, 95
mejor dicho, corriendo,
que es como siempre ando.
Pero si no, pues seguiré soñando...
Y cuando al fin os vea,
vueltas las dos de España 100
a París, esta aldea,
os sentaré a mi costa
frente a una eximia y principal langosta
rociada con champaña.

Sputnik 57

Alta noche en el Cielo... Sosegado,
como quien vive (y con razón) contento,
sin futuro, presente ni pasado
y en blanco el pensamiento,
duerme Dios en su nube, 5 [66]
situada en lo mejor del Firmamento:
lecho desmesurado,
cama imperial y al mismo tiempo trono,
hecho de lapislázuli dorado,
con adornos de nácar, humo y viento. 10
Huele a jazmín eléctrico y a ozono.
Del abismo terrestre
el eco amortiguado
confuso y vago sube,
pues filtra, cataloga, desmenuza 15
todo ruido indiscreto
un gran querube armado,
aunque por regla celestial no es lícito
(y aun se tiene por falta de respeto)
que ande armado un querube. 20
Ni suaves oraciones,
como puros, blanquísimos pichones
del Espíritu Santo,
ni dobles de campana,
de esos que vuelan dulces 25
de la parroquia mínima,
disueltos en la brisa ciudadana,
o los más poderosos
de las iglesias ricas, las de piedra,
góticas medievales catedrales, 30
con obispos ociosos,
con obispos golosos y orquestales.
Ni misas, ni sonrisas,
ni ruegos, procesiones y rosarios,
ni siquiera una nota 35
del órgano profundo, [67]
ni una expresión devota
del millón que escuchamos cada día
brotar del seco corazón del mundo:
nada se arrastra o aleteando sube 40
hasta el trono de Dios, quien sosegado
duerme en su enorme nube,
mientras le cuida el sueño un gran querube,
un gran querube armado.
Veloces los cometas matemáticos 45
pasan rubios, en ondas sucesivas;
las estrellas monóculas
brillan suspensas en el techo ingrávido;
piafan, caracolean
finos planetas de color oscuro 50
y en el éter patean
y polvo elevan con el casco puro.
¡Qué fastidio inmortal! Eternamente
Venus en su sayal de lumbre baja,
Aldebarán con su camisa roja, 55
la Luna a veces queso, otras navaja;
los niños asteroides
y sus viejas nodrizas;
el Sol redondo y bonachón, cenizas
de otros mundos, etcétera. 60
Es decir, todo el denso
paravent estelar, el toldo inmenso
tras el cual duerme Dios en una nube,
apacible y confiado,
mientras le cuida el sueño un gran querube, 65
un gran querube armado. [68]
Hasta que Dios despierta... Con mirada
seca, de un golpe rápido recorre
su vasto imperio. Cuenta las estrellas,
revisa los planetas y asustada 70
la voz pregunta al vigilante angélico:
-¿No habéis notado nada?
He sentido un pequeño
sacudimiento celestial, un leve
chasquido en medio de la augusta niebla 75
de mi profundo sueño.
-¡Oh, Dios, Oh, Padre, Oh, Justo! ¡Pura Causa
de la Vida Inmortal! -gimió el querube-,
he visto de aquel astro
(y aquí el querube señaló en la Tierra 80
el país de granito y esperanza
donde el Kremlin sus álgidos rubíes
sostiene en graves torres),
he visto de aquel astro
una estrella partir. Su rastro breve 85
era sonoro y fino. Todavía
viaja, está allí. Con encendidas puntas
deja en la noche una impecable estría.
Volvió la vista Dios hacia la zona
donde el globo mecánico 90
se mueve en que vivimos,
con su nívea corona,
con sus gordos racimos,
el aire (un poco) de sensual matrona.
La Luna, en un sudario de sonetos, 95
convencional y pálida moría [69]
como siempre. Y huyendo de la Luna,
recién nacida eufórica,
otra luna corriendo se veía.
Dios contempló indeciso 100
aquel punto brillante,
aquel astro insumiso,
que se metió en el Cielo sin permiso,
y cabizbajo se quedó un instante.
(Un instante de Dios, como se sabe, 105
es un milenio para el hombre, atado
a los minutos mínimos, al tiempo
que en la clepsidra cae...) De manera
que Dios aún permanece
silencioso, sentado 110
en su imponente nube,
donde vela impasible un gran querube,
un gran querube armado.
TELEGRAMAS DE SPELLMAN, EXPEDIDOS
DESDE -NEW YORK, ANUNCIAN 115
ROGATIVAS. VALORES SOSTENIDOS
SE DERRUMBAN. PÁNICO Y EDICIONES
EXTRAS DE LOS PERIÓDICOS. CONSULTAS
AL PENTÁGONO. RADIOTELEVISIÓN
OFRECE, 120
EN VEZ DE ASESINATOS Y CANCIONES,
EL DISCURSO DE UN SABIO MELANCÓLICO
QUE PROMETE LA LUNA A FIN DE AÑO
Y LOS VIAJES A HÉRCULES
DENTRO DE DOS, Y UN BAÑO 125 [70]
DE SOL, NO YA EN LA PLAYA
SINO EN EL SOL...
Un vasto griterío
(griterío en inglés) estalla y sube
como una nube inmensa hasta la nube 130
donde está Dios sentado
con un querube al lado, un gran querube,
un gran querube armado.
¡Oh, Mapamundi, gracia de la escuela!
Cuando en el aula pura 135
de mi niñez veía
girando tu redonda geografía
pintada de limón y de canela,
reo en una prisión alta y oscura
irremediablemente me sentía. 140
¿Cómo rasgar un día
de aquella jaula hermética
el sello azul y al cielo interminable
salir donde los astros son ya música
y el cuerpo sombra vagarosa y leve? 145
¡Qué miedo insuperable!
Acaso Dios con su bocina ronca,
desde sus barbas de revuelta nieve,
iba a tronar en un gran trueno, justo
como todos sus truenos. O en la roja 150
atmósfera en que el Diablo precipita
hirviente azufre, hundir al desdichado
-propicio leño a la infernal candelaque
imaginó en su fiebre [71]
romper el equilibrio ponderado 155
del Mapamundi, gracia de la escuela.
Pero Dios no lo supo,
ni el Diablo se enteró. Titán en vela,
el hombre augusto, el denso
mortal que arde y fornica, 160
que repta a veces y que a veces vuela,
el hombre soberano y cotidiano,
que come, suda, llora, enferma, ríe,
el que te da la mano
en la calle y te dice «¡Qué buen tiempo!» 165
o «¡Es duro este verano!» Tu cercano,
tu próximo, tu hermano,
deshizo la clausura,
rompió el sello celeste
que como techo astral el mundo había, 170
y se lanzó a la noche inmensa y pura.
Llenad la copa del amor, vacía.
Mezclad, mezclemos risas y alcoholes,
sangres, suspiros, huesos,
corazones y besos, 175
relámpagos y soles.
Suba el terrestre brindis
por la paz, por la vida,
y si queréis, mientras el brindis sube,
recordad que aún reposa sosegado, 180
recordad que aún reposa
Dios en su inmensa nube, [72]
con un querube al lado, un gran querube,
un gran querube armado.

De vuelta

Por el largo camino
me marché al azar,
con un jarro de vino
y un trozo de pan.
Me marché al azar. 5
¡Viento, viento -decía
contigo me voy!
(En el orto del día
joven era el sol.)
Contigo me voy. 10
Tuve un prado con rosas,
que es mucho tener,
veinte y dos mariposas
y un solo clavel.
Que es mucho tener. 15
Ardió el sol en mis manos,
que es mucho decir,
ardió el sol en mis manos
y lo repartí.
Que es mucho decir. 20 [73]
Por el largo camino
regreso al azar,
con un jarro de vino
y un trozo de pan.
Regreso al azar. 25
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Espacios verdes